miércoles, enero 21, 2009


Porque la luz de Huelva guía mi vida,
esa luz que cada día busco para seguir adelante en la oscuridad de este mundo injusto.
En la oscuridad de tu frialdad.
TÚ eres mi luz,
mi luz dulce,
mi luz salada,
mi luz de Mar.










Madrugada, miércoles 21 Enero 2009




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viernes, enero 16, 2009

No tengo miedo

No le tengo miedo al papel en blanco, ni tan siquiera a no tener nada interesante que contar.

No le tengo miedo a los fríos juicios que opinan sobre mí sin conocer la realidad.

No le tengo miedo a las largas horas delante de la pantalla, ni a los vértigos, mareos, cansancio o a la tristeza de un lluvioso domingo.

No le tengo miedo a la soledad de tu ausencia, ni a la falsa sonrisa que regalas al llegar.

Tengo miedo de mis palabras, finos puñales que se clavan al hablar.

Tengo miedo de que me conozcas demasiado y no pueda llegarte a interesar.

Sí, le tengo miedo al vacío que siento cuando estás a mi lado sabiendo que en tu mirada no me reflejas al pensar.

Tengo miedo al vertiginoso ritmo de vida que quizás yo no puedo soportar.

Tengo miedo a tus cansadas palabras que dedicas sin más.

Sí, te tengo miedo: Por tu inteligencia, sabiduría, torpeza, tristeza, falsa amabilidad, compañías, tozudez, simpatía...

Tengo miedo a saber que ya no estás...







A mi Estrella Azul (A.)

Martes, 13 de enero de 2009

Mañana, ya no estarás

Mañana ya no estarás.
Me levantaré, como cada día, pensando en volver a verte; aunque sólo fuera por un instante. Pero, mañana ya no estarás.
Me levantaré con la ilusión de enfrentarme a la vida, de luchar por lo que creo, lo que siento, lo que me dicta el corazón y contradice a la cabeza. Intentaré tirar del carro pensando encontrarte en cualquier esquina, pero la suerte es esquiva y de nuevo vagaré sola por la ciudad.
Buscaré en cada paso una sonrisa agradecida, una mirada sin ira, una persona leal... Pero, la suete es esquiva, y me llevará de nuevo a tu presencia fingida.
Fingida porque mañana ya no estarás; y me daré cuenta entonces de si verdaderamente te llegué a amar.



Miércoles, 14 de enero de 2009 (01.24)
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Sonrisa nebulosa

El día se levantó gris al despertar sola en la cama, esperaba tu mirada acogedora que me envuelve con el alma para transportarme a lo más lejos de la realidad.
Porque tu sonrisa es mi diario. Ése por el que rezo cada noche, que me dediques al caminar.
Tu sonrisa. Dulce condena que me obliga a no pensar.
Pero ni tu mirada ni sonrisa me acompañaron esta mañana. Quizás, esperaba no despertar de ese sueño en el que me besas sin hablar; sin pensar... Casi, sin respirar.
El gris me acompañó todo el día, aunque el verte en una fotografía me hizo reaccionar.
Sí, el gris teñía el cielo; pero el calor del sol sigue estando sobre las nubes de algodón.
Y me transporté al paraíso de volar sobre tu mundo para contemplar juntos nuestro caminar. Por eso, me quedo con tu sonrisa nebulosa, la que tiñe de gris o ilumina.
Por eso, me quedo contigo.








Miércoles, 14 de enero de 2009 (01.16)
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martes, enero 13, 2009

Mi mano anhela tu caricia, mientras la tuya revuelve papeles sin sentido, avanza suavemente para rozar tu piel deseando poder llegar a su destino.
Con su recorrido imaginario, llega hasta tus perfectos hombros que son mi apoyo soñado en noches de deseo como ésta.

Suavemente, te recorro sin pensarlo...
Disfrutando de cada centímetro de tu piel que me sabe a sal marinera.
Cada segundo cuenta para recorrer mi camino.
Sí. Ése que está marcado por las huellas que el dolor dejó en ti.
Yo, seré tu dulce cura. Aquélla que llega hasta el fondo de la herida para que, tras una parada, vuelvas a por mí.

Y me deslizo cuello arriba, mientras tus manos se unen a las mías;
y te deslizas por mi espalda mientras mi alma encaja con tu mirada.

El lóbulo espera, atento vigilante de los susurros que nunca más se repetirán.
Y llegan, y te desarmas. Me derrumbo...

Mis deseos no llegan a soportar la dulce espera de rozar tus labios y se deleitan por tus largas pestañas para hundirme en el profundo océano de tu mirada.
Naufrago, lo admito.
Sí, me dejo llevar por la corriente que diriges. Me hundo sin remisión al inevitable contacto con tus fluidos que se desbocan en mí.
Y me dejo llevar por tu abrazo a lo más hondo de tu fluir... Mi fluir...

Tu mirada ya no busca una parada, ha encontrado un puerto en el que descansar...
Mi alma se ofrece voluntaria, a la muerte ahogada de tu mar.
Pero me sacas a flote cuando menos lo espero y recibo el aliento de tu latir dentro de mí.
El calor vuelve a mi cuerpo y el suave vaivén de tu marejada es suficiente para navegar por ti, deseando anclar para siempre allá donde estés.

Tus caderas, fieles guardianas de tu caminar me esperan para guiarme por tu andar.
Centinelas de mi amor que me hacen perder la razón bajo el áspero tacto de tu ser.

Tus jadeos incansables anhelan, con ansiedad y pasión, la entrada a un puerto mejor. Y entre el vaivén de tu ser, yo descanso reposándome sobre tu pecho y aguanto las últimas embestidas de temporal.
Una tormenta se desata en mi interior, y la blanca espuma de las olas marcan la felicidad del conocimiento de saber que la paz viene después.
Exhaustos, descansamos uno junto al otro mientras mi corazón aún se resiente del amor que no me das.
Exhaustos, descansamos uno junto al otro mientras mi respiración se acompasa al latido de tu corazón.

Tu mano busca la mía, mientras tus labios dan su bendición al dulce aroma de mi piel dejándose llevar por cada huella de mis dedos.
Suavemente depositas en tu pecho mi mano y acomodas tus brazos alrededor de mí.

Tu olor me calma, me relaja.
El embriagador perfume que desprendes adormila mis sentidos, que junto a tu latido, van unidos en la senda del olvido para terminar juntos este camino.

Madrugada (03.46) 12/Enero/2009

lunes, enero 12, 2009

Lo necesitaba. Te necesitaba.
Sin saber porqué, vuelve a mí tu mirada;
vuelvo a sentirme aislada
sin saber qué decir,
sin saber porqué te amé.
Te necesitaba.
Quería sentirte, de nuevo, junto a mí tu piel para saber,
si realmente yo te amaba.
La electricidad que desprendes,
choca con el agua que por mí transcurre;
un agua que inunda mi alma
para volver a amarte,
para sentir, de nuevo, que me desarmas...