Porque tu sonrisa es mi diario. Ése por el que rezo cada noche, que me dediques al caminar.
Tu sonrisa. Dulce condena que me obliga a no pensar.
Pero ni tu mirada ni sonrisa me acompañaron esta mañana. Quizás, esperaba no despertar de ese sueño en el que me besas sin hablar; sin pensar... Casi, sin respirar.
El gris me acompañó todo el día, aunque el verte en una fotografía me hizo reaccionar.
Sí, el gris teñía el cielo; pero el calor del sol sigue estando sobre las nubes de algodón.
Y me transporté al paraíso de volar sobre tu mundo para contemplar juntos nuestro caminar. Por eso, me quedo con tu sonrisa nebulosa, la que tiñe de gris o ilumina.
Por eso, me quedo contigo.
Miércoles, 14 de enero de 2009 (01.16)
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario