sábado, enero 15, 2011

Una sonrisa compartida

Caminaba por la playa. Tranquila, alegre, con la sonrisa en la cara.
No le hacía falta más para estar completa. En ese preciso instante, tenía todo lo que le hacía feliz.
La suave brisa marina que corría en aquella tarde de invierno, hizo que sus ojos otearan el horizonte con la esperanza de ver algún rayo de sol más lúcido que otro. Pero como siempre le suele suceder, la inmensa luz del astro rey, la cegó.
Tuvo que sentarse en la orilla para poder recuperar la visión de la felicidad que hasta ese mismo instante había disfrutado, riéndose de sí misma, reflexionó sobre esa filosofía de que el ser humano siempre quiere centrarse en las cosas grandes (como el sol) olvidándose por completo, de que para que puedas apreciar ese calor y luz del astro, tienes que valorar antes las pequeñas cosas (como la brisa marina).
Y ahí estaba, riéndose por algo tan simple como que 'cegada' por el sol, tuvo que sentarse en la orilla a recuperar su visión, mientras una pequeña ola rebelde le empapaba el pantalón.
Mojada, pero con la sonrisa en los labios, encontró otra sonrisa por la arena; que como ella, había decidido pasar una primaveral tarde de invierno en la playa. Fue sólo un instante, un momento, una sonrisa compartida.
La felicidad, en su papel marinero, salpicó de sal a los caminantes. No se habían dado cuenta, pero ahí estaban ambos, mirándose y sin saber si el destino les guardaba alguna sorpresa más para esa tarde de enero.
Ella, ingenua y con la seguridad de quien sabe entregarlo todo, le observaba con la tranquilidad de conocerlo.
Él, serio y con la galantería de los años en su mirada, le correspondía con una sonrisa a medias que dejaba abierta la puerta a la imaginación.

Un instante, un momento, una sonrisa compartida...

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