jueves, octubre 19, 2006

Lluvia en la ciudad (I)

Un día de lluvia....
Era un día lluvioso, Andrea decidió coger el coche para ir a trabajar aquella mañana, ya que el autobús en días de lluvia puede ser un auténtico infierno en su ciudad...
Nada más montarse puso su cd de los Maroon 5, y ea!! marchita para animar el día. Una vez en camino, pudo observar cómo las personas cada vez tienen menos paciencia, conducen más nerviosas, e incluso era cierto aquél estudio en el que se comprobaba que las personas malhumoradas conducen peor y tienen tendencia a los accidentes...
Con un buen puñado de paciencia, y la musiquilla de fondo, llegó a la parte más caótica de la ciudad; es decir, el centro histórico. Ese lugar donde aparcar es una auténtica odisea, los parquímetros de las zonas de 'colorines' siguen en pie después de muchas patadas y 'agresiones' de los viandantes y conductores varios hartos de tener que pagar por dejar su coche en la calle (¿pero dónde hemos llegado para tener que pagar por 'abandonar' tu coche a la paz de Dios, sin saber cómo t lo encontrarás a la vuelta?).
Ahí que iba ella en busca y captura de un lugar pequeñito para aparcar a Isolda... Pero tras varias vueltas a la manzana, decidió dejarla más resguardada en el Parking (sí, más caro, pero también más protegido). Tras una maniobra perfecta de aparcamiento entre dos columnas, apagó el motor y se dispuso a salir a la fría crueldad que es la calle en pleno otoño.
Sólo dos calles le separaban de su trabajo, pero se le hizo el camino más largo que cuando recorrió el camino de Santiago aquél magnífico verano del 2003.
Entre la gente nerviosa porque llegaba tarde al trabajo, los niños corriendo con sus mochilas de ruedas atorpellando a todo aquel peatón que se cruzaba en sus caminos, e ir saltando los premios que suelen dejar los animales para aquellos seres humanos despistados, Andrea pensó que llegaba tarde al trabajo. Pero no tenía más remedio que pararse ante aquella maravillosa obra que todos los días la saludaba en su trayecto hacia la incertidumbre...


-"Hola Andrea, ¿Tarde al trabajo?"
-"Sííííí, como siempre ya lo sabes... Pero siempre tengo dos minutos para ti".
-"No te preocupes, cuando salgas a la vuelta te acercas por aquí y te invito a tu tradicional Coca Cola, ¿vale?"
- "De acuerdo, pero esta vez vamos a otro sitio que estoy cansada de este centro. Como llevo el coche, el tiempo de sacar dinero para pagar el parking y nos vamos al Puerto".
- "Muy bien, aquí te espero. Cuando salgas dame un toque al móvil".
-"Hasta luego, Alberto".

Y continuó su camino hacia la oficina, aquel lugar donde cada día que pasaba se sentía con más dudas sobre su futuro...
Abrió la puerta y allí estaba.
Su ordenador personal estaba encendido, y nadie estaba sentado en su silla. Otra mañana más alguien había utilizado su herramienta de trabajo y ni siquiera se había dignado a dejar una nota para advertirla de que lo había utilizado. Pero aquella situación ya era habitual.
Se sentó, e inició sesión con sus datos. Menos mal que las cosas más privadas había aprendido a guardarlas en la red, y no en su disco duro.
Una mañana larga, con mil cosas que hacer, y la eficacia suficiente de hacerlas y que encima le sobrase tiempo.
Decidió llamar a Alberto, para advertirle que era mejor quedar antes, ya que no pensaba regalarle a la empresa ni un minuto más de su tiempo.
Antes de salir de la oficina, recibió una extraña llamada. Aquella música de The Coors delató que no era un contacto habitual grabado en la agnda telefónica.
Descolgó y preguntó quién era. Sólo recibió una contudente respuesta: "búscate más cosas que hacer porque la incertidumbre vuelve a tu vida....", y la otra persona le colgó.
Sorprendida, como si le hubiesen leido el pensamiento, observó el móvil inquieta, y miró a su alrededor. Apagó el monitor y se despidió de sus compañeros hasta por la tarde cuando se volverían a encontrar en aquella misma cueva.
Corriendo bajó las escaleras, cruzó la Avenida y sacó dinero en el cajero más cercano. Caminando en busca de su "especial paraíso", escribió un sms a su compañera de idiomas para qu supiera que aquella tarde no cogería el autobús, sino que iría en coche.
Tras diez minutos de caminata, allí estaba él, tan puntual como siempre. En la puerta, con su tez morena por el sol, y esas mechas rubias que se había puesto días atrás por una apuesta...
Se acercó para darle un beso y un abrazo, y él le preguntó:
-"Andrea, ¿te sucede algo, te veo nerviosa?"
-"Será el estrés, no te preocupes que no es nada".
-"Bueno, confiaré en tí. Vamos que sino mi mujer dentro de 10 minutos me está llamando".
- "Debemos acabar con esto, Alberto, esta situación algún día explotará y no habrá solución".
-"Lo sé, pero no puedo remediar amarte a ti por encima de todas las cosas, y tener el compromiso con esta chica que me endosaron mis padres..."
-"Espero que algún día te des cuenta del daño que estás haciendo con esas palabrs, y más aún con estos actos, pero yo tampoco puedo evitar quererte...".

Camino del parking, Andrea volvió a coger el teléfono que le sonaba sin parar... Descolgó, y otra vez la misma voz....
-"Algún día pensarás que no escogiste la mejor opción. Pero hoy te darás cuenta antes de lo que te imaginas...".

Ella miró a Alberto, y Un escalofrío recorrió su cuerpo al descubrir su rostro...

2 comentarios:

Noemi's World dijo...

Mmmm...Espero que sea ficcion, porque si es realidad y no me has contado nada...Jajaja!
Me alegra saber que sigues escribiendo y que, a pesar de tener que ir al "curro" y que toqueteen tus cosas, piensa que al menos, tienes un trabajo de donde ahorrar (aunque sea poco y te paguen por capitulos) pero menos es nada.
Y si, es bueno ahorrar porque nunca se sabe lo que puedas necesitar.

Un besote gordo!

@Ana_Bermejo dijo...

Eso intentamos ahorrar....Pero no hay manera..... Y no por derroche, sino por necesidad....:-(