viernes, noviembre 10, 2006

Lluvia en la ciudad (II)


Ése era su lugar. Sí, aquél con el que siempre soñaba cuando las cosas iban mal y tenía que escapar de la rutina; o cuando iban bien y quería compartir un momento maravilloso con alguien...Con Alberto.


...Al ver su cara pensó que no podía ser realidad, aquella mirada le delataba, él tenía que saber algo de las llamadas, no podía ser que de pronto supiera que le sucedía algo sin haberle explicado aquellas extrañas llamadas... Alberto, sí ese hombre estupendo con el que siempre había soñado, debía responder a algunas preguntas cuando estuvieran en un lugar tranquilo...

Tras dar un pequeño rodeo con Isolda por las calles cercanas al puerto, aparcaron en el parking privado de aquél restaurante que tanto les gustaba visitar cuando caía la tarde...
Ambos entraron en el restaurante y se dispusieron a pedir.
-"A mí me pone un Havanna Club con Naranja, y a ella una Coca Cola, ¿me equivoco Andrea?"
-"No, no te equivocas. Póngame por favor, un gran vaso conhielo y dos rodajitas de limón. Gracias".

Una vez habían pedido, Alberto acercó su mano a la de Andrea. Ella, algo nerviosa por la situación anterior, se dejó acariciar hasta notar cómo sus dedos le fallaban y temblaban tras la fuerza de aquél poderoso arma que era el tacto... Sin rodeos, decidió ir al grano.
-"Alberto, antes de encontrarnos me llamaron al móvil y me dijeron que debía ocupar mi tiempo en algo, que la incertidumbre llegaría a mi vida. Y ahora, cuando estoy contigo, resulta que me llaman y me dicen, que antes de lo que imagino me daré cuenta de que no escogí la mejor opción... ¿sabes algo de todo esto?".

Al (como solía llamarlo en la intimidad) la miró y se desplomó. Tenía que decírselo, no podía mentirle más...
-"Es cierto, sí que sé algo de todo lo que está pasando. A mí también llevan varios días llamándome, advirtiéndome que te iban a llamar, y que te habías equivocado al elegir esa empresa en la que trabajas, y posiblemente debas buscar otra cosa ya que sino estarías en serio peligro. Yo cómo no sabían quién era el que llamaba, me aseguré de prometer que te convencería para que dejaras ese empleo, y buscaras otro. Por ello no te he dicho nada, y llevo semanas pidiéndote por favor que te escaparas conmigo a nuestro paraíso terrenal..."
-Pero AL!!!!!!Cómo no me lo has dicho antes?Acaso tenías miedo de mi reaccióN? Era peor si no me lo decías, pues menudo susto que llevo encima con estas llamadas... Si es cierto, todo lo que me cuentas entonces tendré que plantearme coger esos 'días libres' que me deben para reflexionar mejor...".

-"De acuerdo. Luego cuando vuelva a entrar pediré unos días, cogemos el coche y nos vamos los dos. Pero a Isolda la dejamos aquí, que descanse, y nos llevamos el mío".

-"Muy bien. Venga vámonos que debemos cumplir con nuestras obligaciones: tú comer en casa con tu pareja y yo volver a la mía para sacar a dar una vuelta a Tristán".

-"No, hoy no. Hoy da igual lo que me pase luego, pienso comer contigo. Luego por la noche ya me buscaré la excusa para poder escaparme junto a ti al Paraíso".

Y juntos viendo como el sol y la brisa marina acariciaba la costa de aquél maravilloso lugar, volvieron a mirase como si el mundo se paralizara justo en ese instante. Alberto y Andrea habían decidido escaparse de todo, del trabajo, las obligaciones, las parejas, la rutina... Ellos dos y Tristán viajarían a aquel paraíso terrenal que en tantas ocasiones habían soñado pisar...

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